Como cada año, como cada 8 de Marzo ‘‘toca’’ celebrar el Día Internacional de la Mujer. Hace ya más de un centenario que las mujeres se unen para celebrar su día, y reivindicar la igualdad entre hombres y mujeres. Hace ya más de un siglo que el movimiento comenzó, pero no fue hasta en 1945 cuando la ONU firma un acuerdo de igualdad entre el hombre y la mujer en todos los territorios: políticos, económicos y sociales. No se puede negar que se ha avanzado, que se han superado algunas barreras, pero tampoco puede negarse que #aúnquedamuchoporhacer.
#AúnQuedaMuchoPorHacer
La realidad es triste, Emma Watson nos sorprendió, ya hace un año, con su discurso para He for She al afirmar que en ningún país del mundo existía una igualdad de género férrea ”Tristemente, puedo asegurar que no existe ningún país en este planeta donde todas las mujeres disfruten de sus derechos. Ningún país en el mundo puede decir todavía que se haya alcanzado la igualdad de genero’’. Cien años no han sido suficientes para que el día internacional de la mujer no tenga que ser celebrado, no porque las mujeres no se lo merezcan, sino porque todas las mujeres del mundo ya disfruten de los mismos derechos que los hombres, que la igualdad de genero sea un hecho en cualquier lugar donde se encuentre una mujer.
¿Por qué cien años no han sido suficientes? ¿Por qué se le siguen negando a la mujer sus derechos?
En pleno siglo XXI una mujer todavía tiene que justificarse por su ropa, o por la talla de esta, su trabajo, sus relaciones, su éxito… Una mujer no debería ser definida por el número de sus parejas sexuales, el tamaño de su falda, los centímetros de su escote, su peso o su trabajo. Pero la realidad es bien distinta, parece ser que hagas lo que hagas alguien va a tener una opinión al respecto: si usas faldas cortas, porque vas enseñando mucho, si las usas largas, que enseñas poco, si hace mil años que tienes pareja, te dicen que te estás perdiendo muchas cosas y si tienes mil amigos en Tinder te insinúan que eres un poco zorra…
Una mujer con éxito profesional sigue viéndose como un caso aislado, algo poco usual, al que buscar la razón escondida; como si se tratara de magia y hubiera un truco detrás. Claro que cuando el truco no se descubre, se trata de algo mucho más obvio (ironía modo on) y seguramente su éxito se deberá a algún trabajito extra que le ha hecho aljefe (y no, no estoy hablando de trabajar hasta tarde sino de trabajar en horizontal). Esa, señores y señoras, es la explicación más lógica que se le atribuye al éxito de una mujer, o por lo menos la más usada, porque debe ser que una mujer sola no puede mejorar profesionalmente sin usar sus armas de mujer más primitivas (sigo con la ironía encendida).
El problema se agrava cuando son las propias mujeres las que levantan el dedo para señalar a su compañera y poner en duda su profesionalidad y eficacia. Somos las primeras en usar términos como ‘’guarra’’, ‘’lagarta’’ o ‘’zorra’’ para definir a una mujer. Como dijo Tina Fey, comediante y feminista ”el sabotaje de la mujer hacia la mujer es el tercer peor comportamiento femenino’’ ¿Por qué todavía no peleamos todas en el mismo bando, si es de nuestros derechos de los que estamos hablando?
¿Por qué todavía no peleamos todas en el mismo bando, si es de nuestros derechos de los que estamos hablando?
Las mujeres deberían ser libres de poder elegir qué hacer y cómo hacerlo, sin necesidad de juicios rápidos por su comportamiento. Debemos dejar de ponernos etiquetas y empezar a ser mujeres totalmente libres, con los mismos derechos que un hombre, con las mismas obligaciones que nuestros compañeros varones.
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